El Ayuntamiento estudia restringir los «cerramientos» en nueva norma de terrazas
(EFE). «Tenemos que seguir trabajando pero no estamos demasiado de acuerdo con los locales completamente cerrados y a veces hasta climatizados porque eso no es ninguna terraza, eso es como una ampliación del local», explica en una entrevista telefónica con Efe José Luis Infanzón, director general del Espacio Público, Obras e Infraestructuras del Ayuntamiento de Madrid.
El área de Desarrollo Urbano Sostenible, que ya ha sometido a consulta previa la modificación de la ordenanza, trabaja ahora en la elaboración de un borrador que mejore las «ambigüedades» y «lagunas» del texto actual -de 2013- en cuya aplicación se han detectado «problemas».
«La idea es que salga un texto lo más consensuado posible, viendo los pro y los contra de cada cosa, porque si se hace una ordenanza nueva es para que sea mejor que la anterior», comenta José Luis Infanzón, que prevé presentar a las asociaciones empresariales y vecinales en septiembre el contenido del borrador en el que aún está trabajando y sobre el que no hay «nada decidido».
Con la idea de compatibilizar la actividad económica que generan las terrazas y el uso del espacio público, habrá modificaciones que no serán «espectaculares» pero sí permitirán que la norma sea más clara y más simple y que el margen de interpretación sea menor para las Juntas de Distrito, encargadas de conceder las autorizaciones.
Entre esos posibles cambios podrían incluirse limitaciones a los usos actuales de algunas de estas instalaciones, que, según recuerda Infanzón, se rigen por concesiones anuales renovables. «Las terrazas son mesas, sillas, sombrillas y elementos separadores. Un local completamente cerrado, climatizado y con tarima es excesivamente fijo y ya ha ocurrido que ha impedido actuar a un servicio de emergencias. El concepto de terraza es que sea fácilmente desmontable», expone el director general, que precisa que habría excepciones como las terrazas con concesiones por largos periodos que existen en espacios como Recoletos.
José Luis Infanzón asegura que ese planteamiento se discutirá con vecinos y hosteleros y añade que «la función principal del espacio público es usarlo por todos los ciudadanos». Sí que está el Ayuntamiento a favor de instalar separadores en los límites del espacio autorizado porque permiten «delimitar bien la terraza e impedir que los propios usuarios se vayan expandiendo, moviendo las sillas y las mesas» y además lo reclaman asociaciones de personas con movilidad reducida.
Por otra parte, José Luis Infanzón precisa que el futuro cambio de la normativa podría afectar a su distribución y ocupación del espacio pero asegura que si se cumpliera «estrictamente» la norma actual «hay cosas que ya no podrían ser como son en algunos casos» y es posible que con la nueva haya algún sitio en donde «tengan que ajustarse un poco».
Pero la afección no será igual en todos los distritos. «Es verdad que la presión de las terrazas es más potente en el distrito de Centro porque coincide que es el que más demanda tiene con que es el sitio con las calles más estrechas. Hay veces que si pones otra más, ya no se puede pasar», explica Infanzón.
«La cuestión es hacer compatible todo. Las terrazas no son un derecho, proceden de una autorización para el uso del espacio público si se cumplen unas determinadas condiciones», dice Infanzón. El equipo de Gobierno no quiere actuar con prisas sino de forma pausada para no caer en errores e insiste en su voluntad de sacar adelante una norma «lo más consensuada posible» aunque «no se pueda contentar a todos al 100 %».
Esta voluntad de acuerdo se ha hecho realidad ya -insiste- en espacios como la plaza Mayor o la plaza de la Independencia, donde antes cada terraza era «de su padre o de su madre» y se ha acordado hacer un proyecto unitario para que haya una cierta uniformidad en espacios que además están protegidos por su interés cultural. «Hemos llegado a un buen acuerdo», dice Infanzón. De aprobarse el cambio, el Ayuntamiento buscará que la norma sea más clara y más simple para que el margen de interpretación en su aplicación sea menos laxo que en la actualidad.